Te cuento lo de trabajar un sábado por la tarde cuando hay fútbol
Había que elegir qué partido quería ver, así que no tuve dudas: un nuevo episodio de mi romance con el Carlisle United.
El sábado trabajé.
Bueno, a ver, lo de trabajar el fin de semana siendo periodista deportivo es una cosa con la que aprendes a convivir bastante joven. No es algo extraordinario trabajar un sábado en esta profesión —y tampoco un domingo—, pero desde hace unos meses me estaba organizando para librar viernes y sábado, mi fin de semana adelantado.
Esto me permitía lo siguiente: más tiempo familiar, más batidos de frutas para la niña, más tirarme al suelo a recoger juguetes y por supuesto menos fútbol.
Así que cuando el sábado llegué a la oficina encaré la tarde como un auténtico misil. Dime qué partidos hay que me los pongo. Me lo veo todo. Toooo-do.
Y esta fue mi pantalla del ordenador.
Por un lado, elegí ver al Aston Villa, por eso de que están peleando por entrar en Champions la temporada que viene y que les toca la vuelta contra el PSG. Ahí se puede deducir un punto de responsabilidad en mi decisión: es trabajo.
Por el otro, opté por la vía del barro que tantas alegrías me ha dado en la vida. Otro tipo de responsabilidad, en definitiva, la de intentar pasar un buen rato. Espero que este tema en concreto os resulte familiar a los fieles de este espacio. No es la primera vez que los menciono: me refiero a mis hermanos del Carlisle United.
No sé por qué me caen tan bien, no sé en qué momento empezó todo, pero cada fin de semana deseo con todas mis fuerzas que ganen su partido y salgan del descenso de League Two, la cuarta división, la última considerada como profesional en el fútbol inglés. Durante muchos meses han sido colistas de la liga —dicho de otra manera más cruda: el peor equipo profesional del país—, pero el sábado jugaban contra el Morecambe: los penúltimos de la tabla, y además el rival más cercano a ellos geográficamente. Así que por eso clavaron 1.700 away fans. PUM.
Podría intentar describiros cómo fue el 0-1 de Georgie Kelly, y evidentemente lo voy a hacer: el lateral derecho envió el balón hacia el cielo pero con una parábola preciosa (si lo llega a hacer Alexander-Arnold me da para tres artículos) y luego de repente fue perdiendo altura, como si lo descolgase una gaviota, hasta que dentro del área encontró la cabeza de Kelly, delantero centro, el dorsal nueve, por supuesto, que si no llevase ese número se lo tendría que tatuar porque esa manera de conectar el remate con la testa no se entiende si en tu espalda no hay un nueve bien grande, y con un frentazo con el que temblaron sus primeros recuerdos del colegio mandó la pelota a la red y lejos del portero, con un bote en el césped antes de entrar a la portería.
Dios, qué gol.
Imagínate lo que debió ser ese fondo de aficionados visitantes cuando después marcaron el 0-2. Llevan dos victorias seguidas. Quedan cuatro jornadas: 12 puntos. Y están a seis de la salvación. Si te parece poco, el viernes juegan contra los líderes.
A mí me parece casi imposible, pero aquí os lo pienso contar.
Nah, como para no ver al maldito Carlisle United
✍🏼 Unos apuntes rapiditos
Guapísimo este vídeo donde los futbolistas del Brentford fueron a entrenar con su camiseta retro favorita para recaudar dinero por una buena causa.
Ederson, portero del Manchester City, dio su cuarto pase de gol de la temporada, el séptimo en su carrera en la Premier. Aquí está el vídeo con todos. Es alucinante su golpeo de balón. Ningún guardameta ha dado tantas asistencias como él. Este curso lleva más que Foden y las mismas que Odegaard. Risas.
Después de muchos rumores sobre su posible salida al fútbol árabe, Salah renovó su contrato con el Liverpool hasta 2027. Lo hizo con un Richard Mille en la muñeca valorado en un millón. Mucho menos de lo que cobrará, eso sí.
Te metes un gol en propia puerta en el 97’ (el 5-4) y cuatro rivales van directos a celebrarlo in your fucking face. A saber lo que hizo Don Jack Shepherd durante los 96 minutos anteriores para desatar esa revancha de sus rivales.
El entrenador del Wolverhampton, Vítor Pereira, tomándose unas pintas en un pub y animando a un grupo de chavales. A tope con la naturalidad.
📸 Una charla en el palco
Cuando vemos a una plantilla entera subiendo al palco de un estadio suele ser para recoger una medalla, ya sea como campeón o subcampeón de un título.
Lo que yo no recuerdo es que, además, se incluya una charleta del propietario.
Esto es lo que le pasó al Birmingham City.
Una semana después de haber logrado de forma matemática su ascenso a Championship tras un año en tercera —recuperando la categoría de forma inmediata y con una inversión de más de 25 millones de euros—, ayer en Wembley perdieron una final de copa contra un rival menor. Ya de por sí la copa era menor: una competición en la que sólo participan los equipos de tercera y cuarta… de hecho, un torneo que no volverán a disputar, debido a su ascenso de división.
Así que ahí arriba, cuando recogieron sus medallas de subcampeones, el propietario Tom Wagner —al lado de Tom Brady, otro accionista minoritario— soltó una turra catedralicia a toda su plantilla, supongo que diciéndoles que el principal objetivo ya estaba logrado, que no pasaba nada, que cabeza arriba y que el año que viene más.
Pero el planito de televisión ahí queda.
ℹ️ Seguimos creciendo y conociendo Substack. Uno de mis mayores descubrimientos en estas semanas está siendo “Newellsletter”, donde me cuentan cómo va un equipo del que no veré sus partidos. Y eso me mola. Si quieres recomendarme algún espacio que merezca la pena, los comentarios están para ti. ¡Gracias!
¡Hasta la próxima!
Álvaro 🙃